
Juan Pablo la volvió a meter (ya lleva tres goles en dos matches) y el Decano logró otro triunfo.
Juventud Antoniana le había escondido la pelota y Atlético Tucumán parecía confundido, aturdido. Pero fue un rato nomás. Más precisamente hasta que Satanás Páez mostró el don de caudillo, despertó a Juan Pablo Pereyra con un grito ("Me cagó a puteadas pero no pasa nada, ja", le dijo el punta a Olé) y desde allí cambió el partido. Y no hubo que esperar mucho para que el grandote se mostrara en toda su dimensión: luego de una pared con Guigliotti, Juan Pablo definió con mucha categoría ante la salida de Aguiar. Recién se jugaba un tercio del amistoso y todo pasó a ser de dominio tucumano. Pero la gran diferencia fue notoria cuando el lungo, quien ya lleva tres goles en dos amistosos y es el goleador de Atlético, se hizo de la bola. Así, más allá de que no hubo más gritos (Pareyra metió el segundo pero estaba fuera de juego), Chiche Sosa puede dormir tranquilo.
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